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jueves, 18 de noviembre de 2010

Ensayo. Libro: La Ciudad Antigua. Autor: Fustel de Coulanges.

Comparto con ustedes el ensayo sobre el libro La Ciudad Antigua, de Fustel de Coulanges, que realicé para la materia de Derecho Romano I, en primer semestre. Espero que pueda ayudarles.

INTRODUCCIÓN
“La incomprensión del presente nace, fatalmente, de la ignorancia del pasado”… Desde la primera frase pude enlazar éste libro con “La Ciudad Antigua”, pues hay una frase que me llama la atención en ese libro, que describe perfectamente algunos sucesos que se han vivido a lo largo de los años y leí en el antes mencionado libro: “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.
Pienso que éstas frases contienen la idea central de la obra y, como dice el autor, es importante estudiar las creencias de las antiguas culturas para conocer sus instituciones y no “resuciten las malas cosas” de ellas en nuestra sociedad.
Además, me surgió la curiosidad de saber por qué dicen que “Es romano, es pagano”, pero la religión católica se dice que es “Católica, apostólica y Romana”.

LIBRO I: CREENCIAS ANTIGUAS
Explica creencias de los romanos y griegos, aun cuando estos pueblos las sacaron de otros. Comienza con la explicación del alma y de la muerte, ya que los griegos y romanos creían en la vida después de la muerte, ellos lo llamaban “un cambio de vida”. Según sus más antiguas creencias, decían que el alma siempre estaba unida al cuerpo, aún cuando la persona moría y era enterrada o “encerrada en su tumba”, por lo que creían que vivía bajo la tierra; por eso, cuando se enterraba a alguien se le trataba como si aun estuviera vivo: “Enterramos su alma en su tumba; Pero tan firmemente se creía en la antigüedad que un hombre vivía allí que jamás se prescindía de enterrar con él los objetos de que, según se suponía, tenía necesidad: vestidos, vasos, armas. Se derramaba vino sobre la tumba para calmar su sed; se depositaban alimentos para satisfacer su hambre.” (1).
(1) Fustel de Coulanges, La Ciudad Antigua, pp. 8-9.
De ahí nace la costumbre de poner los epitafios, pues los antiguos romanos y griegos lo ponían para indicar que ahí descansaba un alma.
La antigüedad entera creía, firmemente, (porque era cuestión de fe) que sin la sepultura el alma era miserable y por la sepultura adquiría la eterna felicidad. También la infelicidad del alma era alcanzada si no se hacían los ritos correspondientes. Así surgen las primeras fosas comunes, por la necesidad de enterrar a las almas y cuerpos a los cuales no les habían dado sepultura para que sus almas pudieran descansar en paz.
Las familias de los muertos tenían que llevarles alimentos (les llamaban comida fúnebre) para que comieran sus almas, y derramar vino sobre sus tumbas para que bebieran; tradición que después se hizo obligatoria, o que podía practicarse, al menos, una vez al año. Así se instituyó toda una religión sobre la muerte, lo que provocó que pronto los muertos fueran venerados y convertidos en una divinidad (cada muerto era considerado un dios) y las tumbas eran sus templos.
La comida fúnebre era tan importante que se creía que si se dejaba de ofrecer, los muertos salían de sus tumbas y castigaban a los vivos con enfermedades o “esterilidad del suelo” hasta el día en que reanudaban las comidas fúnebres. Más tarde, los griegos llamaron a estas almas humanas divinizadas por la muerte “demonios (deimon) o héroes”. Los romanos los llamaron “lares”.
Posteriormente se hizo obligatorio que en las casas romanas y griegas hubiera un altar. Éste tenía que tener ceniza y carbones encendidos que conservaban el fuego día y noche, no tenía que cesar de brillar pues se decía que “hogar (2) extinguido, familia extinguida”. Había un día al año designado para extinguir el fuego sagrado y encender el fuego nuevo inmediatamente (entre los romanos era el 1 de mayo).

(1) Hogar: Del b. lat. focāris, adj. der. de focus, fuego. p. us. hoguera.

El fuego tenía algo de divino, se le adoraba, se le rendía culto, se le veía como un dios bienhechor que conservaba la vida del hombre, que protegía la casa y a la familia.
Los antiguos griegos y romanos acostumbraban enterrar a sus muertos en sus casas y rendirles culto ahí. Cada familia tenía sus propias ceremonias, sus fiestas particulares, sus oraciones y sus himnos. El padre era el pontífice de su religión y sólo podía enseñársela a su primer hijo varón y tenía prohibido transmitirla a personas que no pertenecieran a la familia. La religión sólo podía transmitirse de varón en varón, pues se creía que sólo los hombres podían dar lugar a la siguiente generación porque poseía “el poder reproductor”.


LIBRO II: LA FAMILIA
La religión ha sido el principio constitutivo de la religión antigua; la familia era considerada como un grupo de personas al que la religión permitía invocar al mismo hogar y ofrecer la comida fúnebre a los mismos antepasados. Con ésta surge la primera institución establecida por la religión doméstica: el matrimonio.
El matrimonio significaba para la joven el abandono de su religión y de sus dioses, pues soltera tenía la religión de su padre, pero casada tenía que adoptar la religión de su esposo. Pero éste acto exigía a los que los contrajeran, que hubieran nacido cerca uno del otro para que ella tuviera derecho a sacrificar a sus dioses. Por eso, el matrimonio era “la ceremonia santa de iniciación” de la joven en la religión y costumbres del hogar de su esposo. Dicha ceremonia no era realizada en el templo, sino en la casa y era presidida por el dios doméstico.



El matrimonio se componía de tres actos:
1.- Ante en hogar del padre (Traditio)
2.- En el tránsito del hogar del padre y el hogar del marido (Deductio in Domum)
3.- En el hogar del marido (Conjarreatio)
En la segunda etapa encontramos algo que hoy en día se sigue practicando en las bodas, pero que, normalmente, no se sabe por qué se hace: el hecho de cargar a la novia al entra a su nueva morada. Esto es porque, en la antigua Roma, se simulaba un rapto por parte del marido hacia la esposa; ella tenía que proferir algunos gritos y las mujeres que la acompañaban simulaban defenderla. Éste acto también tiene como finalidad que los pies de la joven no toquen el umbral de la nueva casa, pues era una falta de respeto que alguien ajeno a la familia “pisara” a sus dioses domésticos la primera vez que entrara.
También aquí nos explican el significado de la torta de flor de harina o “panis farreus” que se comía durante la boda (lo que ahora conocemos como pastel de bodas). Mientras los esposos degustaban dicho alimento, se recitaban oraciones, que era lo que realizaba la unión santa del esposo y la esposa, lo que los asociaba al mismo culto.
Algo que me llama la atención es la inexistencia del divorcio y la poligamia, pues al contraer matrimonio se compartía la religión y las costumbres, lo que significaba un gran insulto si se rompía esa relación. Posteriormente se pudo deshacer esa unión con otra ceremonia sagrada: “diffarreativo”.
La finalidad del matrimonio era unir a un hombre y a una mujer para asociarse en las dichas y penas de la vida y compartir un culto/religión, transmitiéndolo a sus hijos. Es por esto que el celibato era mal visto, era obligatorio casarse.
Como el matrimonio había sido concertado para perpetuar la familia, para disolverse si la mujer era estéril. Si el hombre era estéril, su mujer debía entregarse a su hermano o a un pariente de su marido para que pudiera tener descendencia, en este caso el hijo que nacía de esa unión era considerado como hijo del marido.
Cuando nacía un hijo, se tenía que hacer unan iniciación (como se le hacía a la mujer), ya que el sólo nacimiento representaba el lazo físico, pero por medio de este “rito” se adquiría el lazo moral y religioso. Este se hacía el novenos, décimo o duodécimo día después del nacimiento; el padre reunía a la familia y se hacía un sacrificio en el hogar para presentarles al nuevo miembro de la familia a los dioses domésticos, además este rito también era para purificar al niño y para limpiarle la mancha que había contraído por la gestación (lo que nosotros ahora conocemos como BAUTIZO).

LIBRO III: LA CIUDAD
La religión doméstica prohibía que dos familias se mezclaran y compartieran la religión y las costumbres, pero permitía que varias familias se unieran sin compartir ni sacrificar nada de su religión ni rendir culto a otros dioses; a esto lo llamaron “fatrias” o “curias”. Al unirse estas familias concibieron una divinidad en común, mayor a sus divinidades domésticas, que velaba por el grupo entero. Cada una de ellas tenía un jefe, curión o fatriarca, cuya función era, principalmente, presidir los sacrificios. La asociación fue aumentando, hasta llegar a la formación de tribus, que era un conjunto de curias o fratrias. Su dios era el mismo que el de la tribu y era considerado un “héroe”. Éste tenía un día de fiesta anualmente.
La tribu celebraba asambleas y dictaba decretos que todos sus miembros tenían que acatar; tenían un tribunal y un derecho de justicia sobre sus miembros.
Así como las fratrias pudieron unirse, también existió la unión de tribus, respetándose el culto de cada una. Es así como se origina la ciudad. Cada tribu mantenía sus creencias, su religión, sus dioses, fiestas, su forma de gobierno; pero cuando se unen en la ciudad, tienen que establecer unos dioses, fiestas, creencias, religión y gobierno en común.
La ciudad era la asociación religiosa y política de las tribus, que se reunía en la “urbe” que era el domicilio, el santuario de la ciudad.
En la ciudad se rendía culto a los mismos dioses protectores y se consumaba el acto religioso en el mismo altar; éste estaba encerrado en un templo o santuario en donde estaba contenido el hogar (en Grecia lo llamaban Pritaneo y en Roma, Templo de Vesta).
La principal ceremonia del culto de la ciudad era una comida realizada por todos los ciudadanos en honor de las divinidades protectoras.
Estaba la fiesta del día natal que todos debían celebrar; en seguida venía la fiesta del fundador; después el festejo de cada una de las almas protectoras de los hombres. Además, también estaba la fiesta de los campos, la del trabajo, la dela siembra, la de la floración, la de la vendimia, entre otras…
Entre las más importantes ceremonias de la religión de la ciudad, estaba de la purificación. En ella se llevaba a cabo el sacrificio de un carnero, de un cerdo y de un toro. Con éste acto, quedaba borrada toda mancha de la ciudad, toda negligencia en el culto se reparaba y la ciudad estaba en paz con sus dioses.
Para que la ceremonia de purificación pudiera hacerse, debían estar presentes todos los miembros de la ciudad, por lo que era necesario que se contaran, cuidadosa y escrupulosamente, a todos los asistentes, actividad hecha por el censor. El hombre que no estuviera inscrito en esos conteos (censos) perdía el Derecho de ciudad. A esta ceremonia sólo asistían los ciudadanos, pero sus mujeres, hijos, esclavos, bienes muebles e inmuebles, quedaban purificados en la persona del jefe de familia.
El padre de familia era llamado “gran sacerdote”, en la curia se llamaba “curión”, cada tribu tenía a su jefe religioso llamado rey de tribu o pritano o arconta, que tenía el deber de conservar el hogar, hacer los sacrificios, pronunciar la oración y presidir las comidas religiosas. Él también era el jefe político de la ciudad.
Es así como surgió la realeza, desde la familia, pasando por la tribu y llegando a la ciudad; estableciéndose naturalmente y no por la ambición de algunos, sino por la necesidad de todos. Durante los primeros siglos fue tranquila, honrada y obedecida, su autoridad fue sostenida por las creencias de los ciudadanos y era santa e inviolable. Tiempo después hubo una revolución por los malos tratos de la realeza al pueblo e hizo que se estableciera un régimen republicano, reemplazando al rey con un magistrado que, igualmente, tenía la función de sacerdote y jefe político.
Ser cónsul era diferente, pues éste era el intermediario entre el hombre y la divinidad. A su cargo tiene la fortuna pública.
Los estudiosos del derecho debían conocer de religión, y los sacerdotes, de leyes. Todos los asuntos se tenían que hacer con el consentimiento del pontífice. Derecho y religión formaban una sola cosa.
*Esto me hace recordar lo que decía Nicolás Maquiavelo: Política y Religión: el matrimonio perfecto, pues con ambos se puede controlar a la población.
Las leyes surgieron por consecuencia de las creencias de la ciudad (familia-tribu-ciudad), por eso se consideraba a la ley como “santa”, pues era de origen divino, era transmitida a los hombres por sus dioses. Las leyes sólo tenían valor y efecto para los habitantes de una ciudad.
Además, el autor nos dice cómo es que surgen los clientes: éstos eran los extranjeros que querían tener facultades en el derecho civil y gozar de protección de las leyes, por lo que decidían hacerse “clientes del ciudadano”, para poder tener tales beneficios.
La palabra “patria” viene de “terra patria”: tierra de los padres. La patria de cada hombre era la parte del terrenos que su religión doméstica o nacional había santificado, la tierra donde reposaban los huesos de sus antepasados y era ocupado por sus almas. Este suelo era verdaderamente sagrado para el hombre porque ahí habitaban sus dioses.
El hombre encontraba en ella su bien, su seguridad, su derecho, su fe, su dios y perderla significaba perder todo.
Eran muy supersticiosos y sumamente creyentes en sus dioses, los respetaban y, sobre todo, les temían.
La religión y el Estado formaban una sola cosa, ejercían una fuerza casi sobrenatural sobre los ciudadanos, pues mantenían, al mismo tiempo, que el alma y el cuerpo estuvieran esclavizados.
El hombre no era libre en la elección de sus creencias, porque debía creer y someterse a la religión de la ciudad. El estado ejercía un derecho de justicia sobre todos los ciudadanos, podía castigar a alguien aunque no fuera culpable: el hombre no tenía libertad.

LIBRO IV: LAS REVOLUCIONES
Cuando se debilitaron las creencias en las que el estado estaba fundado y cuando el interés de la mayoría de los pobladores estuvo en desacuerdo con el régimen, éste sucumbió. Tales acontecimientos dieron origen a las revoluciones que no se hacían para decaer, sino para avanzar a una mejor y más vasta forma social.
· Primera Revolución: se despoja a los reyes de la autoridad política: se dio porque nos reyes querían ejercer toda la autoridad y el poder y los patres no querían eso, pero no se le quitó la autoridad sacerdotal.
· Segunda Revolución: cambio en la constitución de la familia, desaparece el derecho de primogenituta, se desmembrana la gens: la primera revolución modificó la forma exterior de gobierno de la sociedad. Esa revolución había sido hecha para conservar la organización familiar. Esta revolución se caracteriza por la relajación en la estructura de la gens por el reparto igual de los bienes entre los hermanos. Los clientes se emancipan.
· Tercera Revolución: la plebe ingresa en la ciudad: inicia porque la plebe quería instaurar la vieja forma de gobierno y derrocar a la aristocracia. Además se da porque las clases inferiores comenzaron a hacerse ricos entre ellos gracias a las artesanías, comercio y las industrias, por lo tanto, como se sintieron fuertes y poderosos, decidieron insurreccionarse y entrar a la ciudad para exigir que les permitieran vivir ahí.Cambios en el derecho privado, el Código de las Doce Tablas, el Código de Solón: comienza con la conversión del derecho sagrado y misterioso conocido únicamente por los sacerdotes, y jefes de familia, a derecho público, conocido por todos y escrito en una lengua que todos podían leer y hablar. En las leyes se dejan de representar las creencias religiosas y se plasma la voluntad popular, teniendo como principio el interés de los hombres. Se crean las Doce Tablas con los requerimientos de la plebe y para uso de ésta. Se puede hacer testamento, el patrimonio puede retirarse, se hace legal el matrimonio entre plebeyos. En el Código de Solón se establece que las leyes son idénticas para todos, permite la repartición del patrimonio, autoriza el parentesco por las mujeres, dándoles, también, derecho a la sucesión, establece límites a la autoridad paterna.
· Cuarta Revolución: la riqueza intenta constituirse en aristocracia, establecimiento de la democracia: como ya no existían las clases basadas en la religión hereditaria, el nuevo elemento de distribución social fue la riqueza. Fueron instaurados los magistrados especialmente creados para y por la democracia que velaba por los intereses materiales de la ciudad.

LIBRO IV: LAS REVOLUCIONES
Desaparece el régimen municipal. Se empieza a transformar la idea de la divinidad, cambiándola por el poder del espíritu. Se fue olvidando el significado de las costumbres. Se empezó a reducir el número de dioses argumentando que los dioses no pertenecían a una familia o tribu, sino a todo el género humano y su función era velar por el universo.
Surge la filosofía, lo cual hace que se comiencen a interrogar los hechos, despertando así la reflexión, el hombre ya no quiso creer sin examinar sus creencias.
Comienza a creer en un solo Dios. Con esto surge el cristianismo, que marca el fin de la sociedad antigua y termina con la transformación social que había tenido lugar en los siglos anteriores a este acontecimiento.
Dios apareció como un ser único, inmenso, universal, divino, la religión se convirtió en un conjunto de dogmas basados en la fe, se hizo interior, basándose en el espíritu, el temor a los dioses fue remplazado por el amor a Dios.
Ante Dios todos eran iguales, la religión ya no se volvió hereditaria ni secreta, ya no ordenó el odio entre los pueblos, sino que enseñó deberes de justicia y benevolencia.
Separa la religión del Estado, la política se hizo más libre, los sentimientos y las costumbres también cambiaron, se colocó a Dios, a la familia y a la persona humana por encima de la patria; el derecho se hizo independiente de la religión.

CONCLUSIONES
Me pareció muy interesante el libro, cumplió con las expectativas que tenía, ya que solventó las dudas que tenía. Lo que más me llamó la atención, fue conocer el origen de algunos de los hechos que actualmente llevamos a cabo, y que nunca me había detenido a pensar en por qué los hacemos. Por ejemplo, la práctica que se tenía al encender el fuego nuevo, actualmente también lo llevamos a cabo, sólo que no lo hacemos el primero de mayo como en la antigua Roma.
Otra de las cosas que se me hizo interesante fue por qué se introdujeron los epitafios. El hecho de cargar a la novia al entrar a su nueva morada.
Una de las dudas que me queda fue el origen del bautizo, pues yo pensaba que era una práctica puramente católica, pero me di cuenta que tiene sus inicios en la cultura romana; lo cual me hace pensar que es alto contradictorio pues, como menciono en la introducción, siempre se ha pensado que “Lo que es romano, es pagano”.
Una de las cosas que me llamaron la atención que se relaciona más con el derecho, es la finalidad del matrimonio, pues se considera que era para preservar la familia para que siguieran practicando la religión del hogar y la esterilidad era motivo de divorcio. Actualmente se sigue conservando este principio, pero la mayoría no conoce (yo considero) el origen.
A grandes rasgos, me gustó el libro, y se me hizo de fácil lectura pues encontré cosas que anteriormente había investigado, por lo que pude comprenderlo mejor.Recomiendo, ampliamente el libro, no solo a los estudiantes de Derecho, sino también a los estudiantes de alguna otras carreras o de nivel medio superior por el contenido cultural que tiene.

4 comentarios:

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  2. Pésimo resumen, no ensayo, ni siquiera síntesis... Puede mejorarse bastante, todo, puede mejorar porque ya no puede empeorar.

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    1. Por favor, aprende a ser algo respetuoso. Si ese es tu parecer lo puedes expresar en mejores térnminos.

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  3. buenas esto es 2020 exacto 10 anos despues de que se publicara este blog y digo que me ayudaste a terminar una atrea que tenia que entregar el dia de hoy a las 12 am GRACIAS MUY BUEN TRABAJHO

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pedacitos de ti :)

Indocti discant, et ament meminisse periti!